...Pasajeros con destino a la felicidad, por favor abordar por la puerta, 0227, escucho.
De nuevo, esa voz melodiosa repitiendo exactamente la misma frase, al mismo ritmo, pausando exactamente en el mismo sitio y reteniendo la respiración exactamente en el mismo lugar... Pasajeros con destino a la felicidad, por favor abordar por la puerta 0227.
Me levanto de mi sitio de espera, y como una quinceañera a punto de estrenar sus zapatitos de cristal, me encamino hacia el lugar de abordaje.
Una azafata muy hermosa, está allí, a la espera de los pasajeros.
Su sonrisa afable, hace que sienta confianza al abordar ese inmenso avión. Un Boing 727.
Me invita a seguir, no sin antes percatarse de que mi equipaje de mano no exceda el tamaño y el peso requerido.
Con mi boleto en la mano, busco mi asiento, 15, reza el boleto, 15 pasillo. Llevo atravesado un bolso manos libres, y a mi espalda un morral en el que conservo mi computadora.
Cuando hemos abordado todos los pasajeros que llevamos como único destino la felicidad, sin escalas, la voz melodiosa toma de nuevo el alto parlante para pronunciar...
Por favor, aseguren sus cinturones, apaguen sus equipos. El vuelo tendrá una duración aproximada de 6 horas 12 minutos sin escala.
Empezó a elevarse este pájaro de metal, dice como entre dientes, mi compañero de vuelo.
Nada respondo.
Estoy ocupada rezando una oración al Dios omnipotente, con una ansiedad que creo no disimulo.
Trato de dormir un poco, es imposible, comienzo entonces por observar mis manos.
En la vida, nunca me habría dado por observarlas. Tal vez haya optado por contar las pecas que surcan su dorso.
Jajajajaj, que gracioso, pienso, lo que es no tener mas nada que hacer.
El vuelo ha sido, hasta el momento, tranquilo.
No sé cuanto tiempo llevemos de vuelo, no he llevado mi reloj de pulso, he pensado que eso haría menos fatigante el viaje.
Se acerca una chica portando un bello uniforme vino tinto, lleva consigo un carrito con rodachines. Me pregunta si deseo algo, le he respondido...
-Un vodka estará bien?
Asiente.
No creí, de verdad, que pudieran ofrecerme un vodka.
Lo recibo, percibo que mis manos tiemblan, la azafata lo ha notado también.
Se inclina un poco para decirme...
-Tranquila, todo está bien.
Me tomo de un solo sorbo el vodka que me ha ofrecido, no es muy grande tampoco. Al instante siento que me ha relajado un poco, guaoooo, pienso, debería llevar en mi asiento una botella.
Río para mi misma. Que ocurrencias, pienso, tendría que ir durante todo el viaje clavada de cabeza en el inodoro, llamando al que nunca ha de venir. Jajajajaj.Vuelvo a reír para mí misma.
Me he quedado cavilando, durante largo rato, observando el techo del avión, escuchado como se hace (romántica) la respiración de mi compañero de vuelo.
De pronto escucho esa voz melodiosa, nuevamente.
Ésta vez me pareció mas hermosa que nunca...
-Pasajeros con destino a la felicidad, pueden desabrochar sus cinturones, hemos llegado a la pista de aterrizaje.
UFFFFFFFFFFFFFFFFFF, exhalo.
Suelto mi cinturón tan pronto como me ha sido posible y me dispongo a bajar las escalinatas.
Observo, te busco, no te encuentro. Mis ojos están a punto de derramar sendas lágrimas. El miedo se ha apoderado de mi. Oh Dios, pienso.
De repente te veo, allí estás, esperándome, llevas puesta una camisa a cuadros color lila con las mangas remangadas a tres cuartos.
Un pantalón jean, que te queda espectacular. Guooo, pienso.
He dejado que mis lágrimas surquen mis mejillas, pero no son lágrimas de tristeza sino de felicidad.
Desciendo el último peldaño del avión mientras me recibes en tus brazos.
La bufanda negra que llevas en tu mano derecha y las flores amarillas que tienes en tu mano izquierda pasan a un segundo plano.
Podrán esperar, pienso.
Nos quedamos allí fundidos en ese abrazo interminable, ese abrazo que hemos soñado durante tanto tiempo.
Me das un tierno beso y siento que mis mejillas se sonrojan.
Tomas la iniciativa de soltarme para fijarte en mí, supongo. Me entregas las flores para colocar luego la bufanda en mi cuello.
Era nuestro pacto, a mi llegada la tendrías contigo.
Me observas de arriba a abajo, debo venir completamente desarreglada, pienso, mi cabello debe ser un desastre.
Tu sonríes, se te ve radiante, yo debo estar a punto del desmayo de tanta felicidad.
Me tomas de la mano, mientras caminamos en busca de mi equipaje. Te has echado el morral al hombro. Te ves gracioso, te he dicho. El morral es rosado. !Qué importa!, me dices.
Recorremos el trayecto que nos separa del punto de equipajes.
Parecemos dos adolescentes, pienso, y me río de nuevo para mí.
Me has preguntado si quiero comer algo, o beber alguna cosa.
-Estoy hambrienta, te he dicho, y con una sed insoportable, pero beberemos algo al llegar a la terminal de autobuses.
Me dices, con una sonrisa que denota toda la felicidad del planeta.
-Claro amor, como tu digas. Pero te aconsejaría que bebieras algo acá, son 40 minutos que tardaremos en llegar a la terminal.
No importa, te he respondido, vamos.
Tomamos un taxi rumbo a la terminal de autobuses. Qué color era?
No lo recuerdo. Blanco con verde, blanco con azul, amarillo? No sé, de hecho creo que era totalmente blanco.
El conductor arregla su retrovisor, para observarnos. (Chismoso) pienso. Recuesto mi cabeza sobre tu hombro mientras tu acaricias mi cabello. Me das un dulce beso en los labios, el cual te correspondo con toda naturalidad.
Hemos llegado a la terminal de autobuses, tu reservas una mesa para los dos, el terminal se encuentra a reventar.
-Que bebes? Me has preguntado.
Un vive cien, te he respondido.
Con cara de asombro me miras mientras tus manos suplican que te explique que es esa bebida. No la conozco, me dices.
Una cocacola, te he vuelto a decir, una cocacola estará bien, no te preocupes.
Y de comer? Me has dicho
No se, no tengo ni idea que venderán aquí, trae lo que creas conveniente amor.
Una milanga estará bien?. El viaje a ????? es bastastante largo amor, debes comer algo liviano.
Una milanga? Carajo, que es eso?
Te escucho reír, tu risa me encanta, denota que esperabas con ansiedad nuestro encuentro. Milanga mi amor, me dices cuando has parado de reír, es un sandwish, con milanesa.
Ummmmm, hubieras empezado por ahí, te he dicho.
Sales como un bólido, y regresas con el pedido para dos. Lo comemos muy rápido, nuestro bus saldrá en unos diez minutos, debemos tomarlo.
Con la mitad de la gaseosa en una mano, con las flores en la otra, caminamos por el pasillo, en busca de la sala por donde iremos a coger el bus.
Ya en nuestros asientos, y el bus en marcha, me has preguntado...
-Eres feliz?
Con un beso sellé la respuesta, no necesitaba decirte nada mas.
Así lo comprendiste. Me acunaste entre tus brazos, mientras suavemente acariciabas mi cabello.
Nuestra eterna felicidad distaba solo de unas cuantas horas.
Por fin, cada uno, había obtenido su recompensa. La felicidad plena.
9:47 p.m. 18 de abril de 2015